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50 años protegiendo el acuífero del Llobregat

Este año, celebramos el aniversario de una obra de ingeniería que salvó el acuífero del Llobregat a finales de los años 60

No toda el agua que cae cuando llueve acaba en los ríos, y de ahí, a los lagos y mares. Al contrario de lo que solemos pensar, la mayoría del agua dulce del planeta, un 96%, se encuentra almacenada bajo tierra, en los acuíferos. ¿Qué es un acuífero, pues? Es un gran almacén subterráneo de agua dulce. Al fondo de este almacén siempre hay roca impermeable que impide que el agua circule. En niveles superiores, los materiales son porosos y permiten que el agua de la lluvia se filtre.

En el área metropolitana tenemos dos acuíferos: el del río Llobregat y uno más pequeño situado en el río Besòs. El acuífero principal del que bebemos agua es el del Llobregat, que ocupa un espacio subterráneo de 110 km2. Esta reserva se extiende desde Pallejà hasta el mar en forma de triángulo con cavidades que pueden contener aproximadamente entre 50 y 100 hm3 de agua.

Este año, celebramos el aniversario de una obra de ingeniería que quizás ha pasado desapercibida, pero que se estudia como caso de éxito por investigadores de hidrología a nivel nacional e internacional. Este proyecto salvó el acuífero del Llobregat a finales de los años 60, preservándolo como una reserva de agua en casos de sequía.

El agua del acuífero ha sido usada por la agricultura, la industria y para abastecer Barcelona de forma continuada desde finales del siglo XIX. Durante el siglo XX, el área vivió un boom demográfico y el acuífero proporcionó el agua necesaria para dar respuesta a esta situación. En los años 50, aportaba el 80% del agua de la región.

La demanda de agua, sumada a una enorme sequía durante los años 60, hicieron bajar sus reservas y, por este motivo, Aigües de Barcelona decidió construir la potabilizadora de Sant Joan Despí: para poder utilizar el agua superficial del río. Sin embargo, la compañía no se olvidó del acuífero y, al contrario, tomó una decisión importante: utilizar sólo el acuífero del Llobregat como gran reserva estratégica de agua para el área metropolitana de Barcelona.

Para hacerlo posible, a partir de 1955 se comenzaron a estudiar casos similares en el mundo que usaban la recarga artificial de los acuíferos. Durante los años 60, se iniciaron trabajos de escarificación del cauce del río Llobregat para facilitar la penetración de agua superficial hacia el acuífero.

En 1969, se redactó el plan para inyectar artificialmente agua en el acuífero del Llobregat con agua que se extraía de los pozos del sistema de la Central Cornellà, que pasaron a ser pozos no sólo de captación sino de infiltración de agua procedente de la potabilizadora de Sant Joan Despí. Ese mismo año el proyecto se presentó en universidades de Estados Unidos como caso de estudio.

Gracias a este proyecto, además de generar una reserva estratégica de agua dulce para el área metropolitana de Barcelona, ​​se han creado barreras para evitar su contaminación y salinización, de modo que se mantiene su nivel de calidad.

Actualmente los pozos de la Central Cornellà todavía realizan esta misma función, gestionando eficientemente el acuífero para garantizar el nivel de agua adecuado, así como su calidad. Aigües de Barcelona, junto a otros actores del territorio, continúa investigando formas de preservación de estas reservas para mantener su calidad y cantidad.