null Aigües de Barcelona lanza la campaña #WeloveWater para concienciar a la ciudadanía de que el váter no es una papelera

Aigües de Barcelona y la startup social Citycise han lanzado hoy la campaña #WeloveWater, con el objetivo de concienciar a la ciudadanía de que el váter no es una papelera, y prevenir así los atascos de los desagües, facilitar el trabajo que se realiza en las depuradoras en el tratamiento de las aguas residuales y evitar la contaminación de nuestros ríos y del mar.

La acción incluye el uso de la aplicación móvil ArtUp a través de una intervención de arte urbano que permite interactuar con el contenido de la campaña y con las infraestructuras del ciclo integral del agua. Con este objetivo, se han transformado más de 100 tapas de registro de la red de aguas y alcantarillado en animales marinos que cobran vida a través de realidad aumentada. De este modo, se quiere reivindicar que los malos hábitos con los residuos que tiramos al váter tienen un impacto directo sobre el medio ambiente, y muy especialmente, sobre el mar y los ríos. Los autores de los animales en realidad aumentada han sido el conocido artista Jorge Ochagavia y un grupo de voluntarios de Aigües de Barcelona y Citycise. En el marco de esta campaña, iniciada hoy en Cornellà como prueba piloto, Aigües de Barcelona repartirá más de mil cuadernos educativos para colorear.

El principal motivo que ha llevado a la compañía, junto con Citycise, a impulsar esta campaña es el mal uso que los ciudadanos hacemos del váter. El váter es el gran desagüe de nuestras casas, un gran agujero por donde tiramos de todo: lentillas, hilo dental, toallitas, bastoncillos de los oídos, algodón, uñas, tiritas, cigarrillos, restos de medicamentos e incluso compresas. Aigües de Barcelona, empresa encargada de la depuración y el saneamiento de las aguas residuales, ha cuantificado que anualmente se tiran al váter un total de 4,4 toneladas de residuos, 1,4 kilos por cada habitante en el área metropolitana de Barcelona.

Esta mala gestión que hacemos del váter como una papelera provoca daños en el sistema de gestión de las aguas residuales y la consiguiente depuración por un valor de 1.000 millones de euros anuales en el conjunto de la Unión Europa, según el informe Toilets are not a bin!

La misma Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advierte que las toallitas no se descomponen como la celulosa y llegan a las depuradoras prácticamente intactas, lo que provoca obstrucciones en la red de evacuación de estas instalaciones.